Entre solsticio, luna nueva, eclipse solar y Mercurio retrógrado

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Hoy no sólo se celebra Litha, el solsticio de verano, sino que mañana también nos acompañará una luna nueva en Cáncer con un eclipse anular del Sol.
Justo hoy el Sol entra en el signo de Cáncer, el signo cardinal del elemento Agua, gobernado por la luna; y así es hora de dejar a un lado la racionalidad de gemini y dejarse dominar por las emociones.

Y no sólo el Sol y la Luna están en el signo de Cáncer, sino también Mercurio, que en los últimos días ha entrado en movimiento retrógrado.
Mercurio es el planeta más cercano al Sol y es el que más rápido se mueve, y en el mito representa a Hermes, el mensajero de los dioses, el que tuvo la tarea de dialogar con ellos para traer las demandas de los seres humanos e informarles las respuestas recibidas y que fue representado con los zapatos alados, precisamente para simbolizar la velocidad con la que supo realizar esta tarea.

Esta es la segunda retrogradación del año de Mercurio, y todas las tres retrogradaciones de este año tienen lugar en el elemento Agua. Sabemos que el elemento Agua nos lleva en lo profundo a trabajar en las emociones y a purificar lo viejo, pero no olvidemos que Mercurio también tiene la función de psicopompo, es decir, de transportar almas: de los difuntos específicamente, pero también de las almas que están pasando por un gran cambio.
De hecho, entre los diversos símbolos vinculados a Mercurio también está el caduceo, y René Guénon escribe: «También hay que señalar que el caduceo se considera el atributo característico de dos funciones complementarias de Mercurio o Hermes: por un lado, el de intérprete o mensajero de los Dioses y, por otro, el de «psicopompo», que acompaña a los seres a través de sus cambios de estado, o en los pasos de un ciclo de existencia a otro; y de hecho estas dos funciones corresponden respectivamente a los dos sentidos descendentes y ascendentes de las corrientes representadas por las dos serpientes.»

Así que Mercurio retrógrado nos da la oportunidad de hacer un gran trabajo interno, llevando el proceso de tomar una decisión en el profundo abismo de la mente; nos ayuda a dejar ir viejos conceptos e ideas, pero al mismo tiempo nos ayuda a redefinir y redefinirnos.
Por lo tanto, permanezcamos en observación de esta aparente desaceleración, de esta energía nublada, y dejemonos acompañar por el signo de Cáncer para mirarnos a nosotros mismos y sumergirnos en nuestras emociones más primitivas, contactando con nuestras almas y recordándonos que nuestro hogar es donde está nuestro corazón.

Si analizamos el glifo de Cáncer (formado por dos paréntesis que se cierran en un anillo y se oponen formando un círculo), vemos que las curvas están orientadas hacia el interior y que el movimiento indica tanto un retorno sobre sí mismo como el paso desde un estado de ánimo a otro; por lo tanto, sugiere contacto con el mundo interior y representa sensibilidad, intuición y emoción. Pero también podemos ver en ella la representación del símbolo infinito del eterno devenir de la vida, recordándonos así la fuerte conexión de Cáncer con el ciclo de la vida.
Por lo general, atribuimos este símbolo a las garras de cangrejo, pero la astróloga Joanne Wickenburg sugiere que en realidad representa el símbolo del útero femenino, que contiene el feto, o incluso el pecho; y, de hecho, la figura simbólica y mitológica asociada con el signo de Cáncer es, sin duda, la Diosa Madre.

La Madre nos habla de vida, de nutrición, de abundancia, de amor incondicional, de dar sin el propósito de recibir algo a cambio.
Y no es casualidad que para los indios americanos, la Madre Clan de este ciclo lunar es “Ama todo”, que representa amar la verdad que reside en todas las formas de vida. El entendimiento principal que nos da es que evolucionaremos sea lo que suceda: la curación y el crecimiento pueden necesitar muchos ciclos, pero “Ama todo” nos dará amor incondicional hasta que podamos romper la mecánica de la esclavitud por nuestra cuenta auto-inducida.

Además dijimos que la luna nueva de mañana también irá acompañada de un eclipse solar. La palabra “eclipse” proviene del latín “eclīpsis”, que a su vez es la adaptación del griego “ékleipsis”, un nombre derivado del verbo “ekléipein”, que significa “dejar, abandonar”; y de hecho los eclipses siempre marcan momentos de grandes cierres, grandes comienzos y grandes revelaciones.
Y este eclipse del Sol, en particular, nos ofrecerá la oportunidad de conocer en nosotros a la madre y al padre: convertirnos en nuestra propia madre, aprendiendo a cuidar de nosotros mismos, y en nuestro padre, aprendiendo a evaluar por nosotros mismos lo que debemos o no debemos hacer en las diferentes situaciones que enfrentamos.

Feliz luna nueva con eclipse, Francesca Zangrandi

 

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