Columna “Lunes de mujeres”: LOS TRIMESTRES DEL EMBARAZO Y LAS EMOCIONES

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Ya estamos en la cuadragésima primera cita de la columna “Lunes de mujeres”, que sale cada primer lunes de mes.   Hace unos meses empezamos a hablar del embarazo, y el mes pasado hablamos de la anidación, es decir, del momento en que el útero recibe el óvulo fecundado.

Ya hemos mencionado que es la fase de anidación la que desencadena la producción de Beta HCG (gonadotropina coriónica), una glucoproteína con actividad hormonal que también recibe el nombre de hormona del embarazo, porque su función es mantener la gestación propiciando un ambiente hormonal y tisular adecuado para el desarrollo del embrión.   Las pruebas de embarazo miden el valor de Beta HCG en la orina, y su fiabilidad aumenta a medida que nos alejamos de la anidación: las pruebas más sensibles a veces pueden dar “positivo” ya doce días después de la ovulación, pero siempre es conveniente esperar al menos un día después del retraso menstrual para obtener un resultado más fiable.

Por lo general, el período de embarazo se divide en tres trimestres, como sigue:

  • primer trimestre: primeras trece semanas
  • segundo trimestre: de la decimocuarta a la vigesimoséptima semana
  • tercer trimestre: de la semana 28 a la 40.

A lo largo del embarazo se producen muchos cambios, tanto físicos como emocionales, psíquicos y energéticos, pero cada trimestre se caracteriza por experiencias y cambios específicos.

Primer trimestre: adaptación

Esta primera fase del embarazo puede ser un momento de conflicto: las emociones suelen ser contradictorias, por un lado puede haber alegría y emoción, pero por otro puede haber desconcierto e incredulidad, así como miedo (y no sólo si la noticia llega de forma inesperada).
En efecto, nos enfrentamos a un gran cambio: nuestra vida cambiará, pero también cambiaremos nosotras; tendremos que acoger esta nueva alma, pero también tendremos que acoger una nueva versión de nosotras mismas, con todos los nuevos cambios que ello conlleva. ¿Lo aceptamos todo de buen grado o una parte de nosotras lo rechaza? Podemos experimentar todo esto, alternando entre momentos de apertura y aceptación y momentos de cierre y rechazo. Y eso es absolutamente normal.

Estar embarazada es algo nuevo, y la experiencia es tan fuerte y diferente de todo lo que se haya sentido o podido pensar antes, que se tarda algún tiempo en reconocerla. La inscripción de tal experiencia en el cuerpo es un sentimiento difícil de percibir y un pensamiento difícil de formular, ya que está directamente relacionado con el milagro que se está produciendo; por lo tanto, es perfectamente normal experimentar emociones ambivalentes y sentimientos que oscilan entre la aceptación y el rechazo.

Además, sabemos que el primer trimestre es un periodo delicado, en el que pueden producirse abortos espontáneos prematuros. De hecho, la mayoría de los abortos espontáneos se producen durante las doce primeras semanas, por lo que también son los meses en los que las futuras mamás deben ser más precavidas y procurar evitar los esfuerzos y los malos hábitos.   Hay dos acontecimientos fundamentales que influyen mucho en el embarazo y que ocurren durante los tres primeros meses: la anidación y la formación de los órganos vitales que asegurarán su supervivencia. Si el embrión no se “aferra bien” o presenta malformaciones, no sobrevivirá a las primeras semanas, pero las alteraciones cromosómicas del feto también pueden provocar un aborto espontáneo en el primer trimestre.

Segundo trimestre: apertura

El segundo trimestre se caracteriza por una mayor armonía. De hecho, todos los sentimientos contradictorios que acompañan al primer trimestre parecen desvanecerse; la barriga empieza a aparecer y se empiezan a sentir los primeros movimientos del bebé, por lo que es un momento en el que resulta más fácil establecer un vínculo con el hijo. Por eso el padre también se siente mucho más implicado e interactúa con el bebé, hablándole, dándole masajes, reconociendo sus ritmos.

Este trimestre suele ser el más estable y radiante del embarazo. Si el trabajo y el estrés no afectan al bienestar de la madre, ésta se siente floreciente, recupera la energía y la alegría: las náuseas han desaparecido, por lo que se siente más sólida y fuerte, pero como el cuerpo cambia y las caderas se ensanchan, puede ocurrir que sienta cierto amor-odio por su cuerpo.   A menudo, la ambivalencia da paso a la simbiosis entre madre e hijo: si la mujer crea un vínculo intenso con su hijo en el útero, si lo acepta y lo conoce en ese momento, podrá dar a luz más fácilmente, sobrellevando la separación del parto.

Tercer trimestre: separación

En el último trimestre del embarazo la mayoría de los pensamientos y preocupaciones se dirigen hacia el parto; es durante esta fase cuando se producen los mayores cambios emocionales de todo el embarazo. Los sentimientos y las emociones son ambivalentes: por un lado puede haber alegría y anhelo por la llegada del niño por nacer, pero por otro puede haber miedo, sobre todo si se trata del primer embarazo. Miedo al parto y a todo lo que conlleva; miedo a conocer al hijo real, diferente del imaginario; miedo a separarse del niño, que dará su primer paso hacia la autonomía y también podrá vivir en el mundo fuera del propio vientre.

Además, ahora el bebé ocupa mucho espacio y es un compañero constante, tanto que a veces puede percibirse como una presencia intrusa. La barriga estorba y el peso cansa; el estado de ánimo puede verse afectado por el cansancio, la dificultad para dormir, la retención de líquidos, el dolor de espalda, la acidez, el estreñimiento y todo lo que la nueva postura y la compresión del bebé sobre el cuerpo de la madre pueden provocar.
Se tiene la sensación de que la separación está cada vez más cerca y es más necesaria, pero al mismo tiempo genera cierto temor. Y además, puede haber algo de ansiedad: empieza la preocupación por todo lo que será necesario a medida que se acerque el momento del parto, y por el hecho de que las aguas puedan romperse en cualquier momento.

Concluyo con una frase de la escritora Erica Jong: “Ningún estado está tan cerca de la locura, por un lado, y de lo divino, por otro, como estar embarazada. La madre se duplica, luego se parte por la mitad y nunca vuelve a estar entera.”

Ahava, Francesca Zangrandi

PD. La próxima cita de esta columna será el primer lunes de junio, pero, mientras tanto, si deseas mantenerte actualizada sobre los diversos artículos que publico en el blog, puedes suscribirte al boletín en la página web www.quintadimensione.net, poner “Me gusta” en la página Facebook Quinta Dimensione – Francesca Zangrandi, seguirme en mi Instagram https://www.instagram.com/francesca_quintadimensione/ o puedes suscribirte al canal de YouTube Francesca Quinta Dimensione. Y si crees que este artículo pueda interesar a alguien que conoces, puedes compartirlo. Muchas gracias!

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